Foto de Stefano Kewan Lee tomada en el rol en vivo "Walpurgis" de Somnia |
Jugamos para sentir. Jugamos para recordar. Jugamos para ensuciarnos.
Si el rol en vivo es un hecho psíquico, el medio con el que lo experimentamos es un cuerpo, y los cuerpos no son limpios, se ensucian. Podemos mantener distancias entre la mente y el cuerpo e involucrarnos a medias, podemos establecer muchas barreras o excusas para intentar controlar el evento, aislar las impresiones, tomarlo como una lista de objetivos, haya o no tales, podemos esperar a la situación perfecta que hemos imaginado. Tendremos anécdotas, un buen rato. Puede que también la sensación agridulce del momento desperdiciado, de la oportunidad que no se manifiesta completamente.
No vamos a tener otro momento igual, en ese rol en vivo o en otros. No hay que dudar, hay que ensuciarse.
Revolquémonos en la suciedad que nos ofrezca el evento en el que estemos. Involucrémonos para conectar con la ficción, con los demás, con la situación imperfecta que estamos experimentando, que no es del todo la que queríamos, que escapa a nuestro control. Actuemos para fluir, para ver qué ocurre; sobre todo, actuemos para ensuciarnos.
No te conformes con lo que se ofrece; tómalo y eleva el cuerpo hasta hacerlo espíritu, convierte la suciedad en el tesoro escondido.
Baila seguro, pero arriesga en la danza.
Límpiate después, cuando se haya acabado, pues los restos de emociones muertas son escorias.
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